Los migrantes climáticos existen

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Aunque la imagen popular de los migrantes climáticos se centra en personas sin recursos en países empobrecidos, los europeos se están viendo cada vez más forzados a abandonar sus hogares y a desplazarse por las consecuencias del calentamiento global.

Este sobre los migrantes climáticos fue uno de los mensajes transmitidos en un reciente seminario web sobre la emergencia climática y la migración.

La Oficina Europea de Medio Ambiente (EEB , por sus siglas en inglés), en colaboración con Youth and Environment Europe (YEE), organizó recientemente un seminario web sobre el cambio climático y la migración en el contexto del proyecto #ClimateOfChange, respaldado por la UE.
La mesa redonda, moderada por Elisha Winckel, de YEE, reunió a expertos en la materia para presentar una imagen clara de la realidad de esta cuestión compleja y polifacética, así como para disipar algunos mitos comunes y dañinos.

Caroline Zickgraf, cofundadora del Observatorio Hugo de la Universidad de Lieja, habló sobre la política detrás de la terminología relacionada con la migración, y sobre cómo el alarmismo y los falsos mitos han llevado a la adopción de políticas de inmigración restrictivas que están perjudicando a las personas afectadas por el calentamiento global.

Mariam Traore Chazalnoel, experta de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), consideró alentador ver que la comunidad internacional está prestando más atención a los migrantes climáticos, aunque dicha atención todavía no se haya traducido en acciones. Sin embargo, cree que la participación de los jóvenes podría “transformar la historia en una más esperanzadora y ambiciosa”.

Mundos que desaparecen

Un aspecto que genera confusión es el relativo a de dónde vienen los migrantes climáticos. Es cierto que las sociedades que menos han contribuido a crear la emergencia climática suelen estar en primera línea del calentamiento global y son las más vulnerables a las consecuencias del cambio climático.

Así lo destacó Lucie Pélissier, copresidenta de CliMates International, una organización que se esfuerza por concienciar sobre los migrantes climáticos. Desarrolló un documental sobre la migración provocada por el clima que se centró en los factores que subyacen a este fenómeno y en cómo afecta a los jóvenes.

“Cuando empezamos este proyecto, nos dimos cuenta de que no había muchas historias sobre la migración medioambiental”, afirmó Pélissier. “La mayoría de las veces, cuando se hablaba del fenómeno, resultaba un poco abstracto”

Tanto ella como sus colegas decidieron que debían exponer y comprender la historia humana, y cedieron la palabra a los migrantes en primera línea del cambio climático de Bangladesh y Senegal.

En Bangladesh, un país situado a baja altitud, muy poblado y amenazado por la subida del nivel del mar, la isla de Kutubdia, que registra una de las subidas del nivel del mar más rápidas, ha perdido la mitad de su territorio frente al océano en el último medio siglo. Es un presagio de lo que está por venir. Aunque los habitantes, orgullosos pescadores, tienen una huella de carbono insignificante, se han visto obligados a abandonar su modo de vida y a emigrar hacia el interior.

Se extiende como el fuego

Sin embargo, eso no implica que las sociedades desarrolladas sean inmunes. Aunque disponen de más recursos para hacer frente a las consecuencias, muchas naciones ricas e industrializadas también están siendo devastadas por el calentamiento global.

Esto puede verse en la devastación causada por los incendios forestales en Estados Unidos, incluidos los inusuales incendios otoñales que fueron tan intensos que llegaron a limitar la visibilidad.

Eso sin mencionar el “verano negro” de 2019-2020 en Australia. Los incendios forestales australianos no solo causaron la muerte de cientos de millones de criaturas y la (casi) extinción de muchas especies, sino que también destruyeron miles de hogares y obligaron a muchas personas a desplazarse.

Igualmente, Europa es cada vez más propensa al cambio climático. Así lo destacaron Marta Rodríguez y Lillo Montalto, dos periodistas que realizaron una serie de reportajes para Euronews sobre el impacto de la crisis climática en la vida de las personas en Europa.

“Se habla mucho de los migrantes climáticos, o de los refugiados climáticos, que llegan a Europa, por ejemplo, desde África o Asia”, explicó Rodríguez. “Queríamos saber si ya había migrantes climáticos europeos y, si era así, dónde podíamos encontrarlos”

Y, efectivamente, los encontraron. “Casi 700.000 [europeos] han sido desplazados en los últimos 10 años. Eso significa 700.000 historias de pérdidas en nuestro continente”, describió Lillo Montalto. “No queríamos que el clima fuera una historia lejana y que Europa fuera solo la receptora de migrantes. Queríamos cambiar la perspectiva de esa historia“.

Esta cifra es significativamente inferior a la realidad, ya que solo incluye a las personas desplazadas por incendios forestales, tormentas e inundaciones. Además, no solo son escasas las estadísticas sobre las migraciones climáticas directas dentro de Europa, sino que apenas existe ninguna sobre las personas desplazadas por cambios medioambientales prolongados en el tiempo, como las sequías recurrentes, ni sobre aquellas desplazadas indirectamente por el cambio climático, que han perdido sus medios de vida o se han visto sumidas en la pobreza debido a los cambios medioambientales.

La tormenta perfecta

En el transcurso de su investigación, Rodríguez y Montalto descubrieron que, aunque los fenómenos meteorológicos extremos inducidos por el cambio climático tendían a ser más perjudiciales para los más pobres, también podían devastar a las comunidades acomodadas.
Esto ocurrió, por ejemplo, en La Faute-sur-Mer, en la costa atlántica de Francia. En 2010, esta próspera localidad costera se vio afectada por Xynthia, una intensa tormenta acompañada de marejadas. Hace un siglo, una tormenta de esta magnitud no habría causado estragos, pero la subida del nivel del mar provocó una inundación generalizada que se cobró la vida de 29 habitantes de la ciudad.

A diferencia de las víctimas del calentamiento global en los países pobres, el Estado francés ofreció a las 1.000 personas que perdieron sus casas una indemnización para su realojamiento. Alrededor de 400 decidieron abandonar la ciudad para siempre.
Sin embargo, el trauma emocional y las cicatrices que genera la pérdida del hogar o de seres queridos son los mismos en todas partes. Algunos supervivientes perdieron a más de un miembro de su familia. Elizabeth, que se había jubilado en La Faute-Sur-Mer, vio cómo su marido se ahogaba en el diluvio y cómo su nieto moría de hipotermia en sus brazos. Ahmed, médico de cuidados intensivos que había comprado recientemente un terreno en la ciudad, perdió a su madre, a su mujer y a sus hijos, Ismaël y Camil. Solo su hija sobrevivió.

Momentos decisivos

Una de esas historias es la de Ion Sandu, de Moldavia. Hace una década, las devastadoras inundaciones causadas por el calentamiento global asolaron su pueblo, Cotul Morii, y obligaron al ejército a evacuar a sus habitantes. El gobierno, tras decidir que el pueblo era demasiado peligroso para ser habitado, construyó un nuevo asentamiento con el mismo nombre al que animó a los residentes a trasladarse.

Sin embargo, a Sandu, de más de 80 años, y a otros residentes no les gustaba el nuevo pueblo que se había construido y sentían nostalgia por sus hogares, por lo que volvieron a mudarse, aunque Cotul Morii había sido oficialmente borrado del mapa y aislado de los servicios públicos y las infraestructuras.

“¿Cómo se puede dejar una casa tan bonita?” decía Sandu, refiriéndose a la casa familiar de sólida madera de acacia en la que nació, se crió, se casó y vivió con su difunta esposa. “Esta es la casa de mi padre. Aquí fui un niño. Nací aquí”, dijo a Euronews


Moldavia no solo es uno de los lugares más pobres de Europa, sino que su población se encuentra entre las más vulnerables al cambio climático. Y la población, predominantemente rural, no solo sufre inundaciones extremas. Las sequías también son cada vez más frecuentes y devastadoras. Entre 1990 y 2015, Moldavia sufrió 11 sequías, según la ONU. Solo en 2012, la sequía causó pérdidas de 1.000 millones de euros a la modesta economía del país.

Esto ha contribuido a provocar una importante pérdida de población. Moldavia contaba con 4,5 millones de habitantes a principios de la década de 1990, y esta cifra se redujo a 2,7 millones en 2019. Aunque la baja fertilidad es uno de los factores de este descenso, la emigración de cientos de miles de moldavos también ha jugado un papel importante. No existen estadísticas sobre el papel que desempeña el cambio climático en la decisión de los moldavos de abandonar su tierra natal, ya que la mayoría cita como motivo la pobreza y los bajos ingresos.

Sin embargo, si profundizamos en esta cuestión, podemos deducir que el clima cada vez más inhóspito del país influye en la decisión de abandonarlo. Esto se refleja, por ejemplo, en el hecho de que casi el 70% de los moldavos que se trasladaron al extranjero lo hicieron desde las zonas rurales, es decir, las regiones devastadas por las inundaciones y la sequía

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