“El interés económico del Gobierno de Kenia está en tomar los recursos del bosque sin devolver nada a nuestra comunidad”

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Escrito por Moha Gerehou.

Martin Lele, presidente de MACODEV y líder de la comunidad Ogiek, describe la labor de la organización que preside: “Compramos miel a los apicultores de nuestra comunidad, la refinamos y obtenemos un producto refinado que después vendemos”. El Mau Forest, un histórico bosque del sudeste de Kenia amenazado por las consecuencias del colonialismo, del cambio climático y de los intereses empresariales, resiste gracias a la lucha de la comunidad Ogiek.

Ya en el año 2009, el periódico New York Times se hacía eco de la lucha de la comunidad keniana de los Ogiek por su permanencia en el Mau Forest, uno de los bosques más ricos y emblemáticos del sudeste del país. No es para menos, ya que en la historia de los Ogiek se cruzan el colonialismo británico, los intereses empresariales, la desprotección gubernamental, las consecuencias de la crisis climática y, sobre todo, la lucha y resistencia de un pueblo durante décadas por los territorios ancestrales de los que viven, a los que cuidan y que defienden de múltiples amenazas.

Para resumir su historia, con la llegada de los colonialistas británicos a Kenia, estos intentaron desplazar a los Ogiek para hacer negocio de la madera de los bosques que habitaban. Tras la independencia, en las últimas décadas, es el Gobierno keniano el que ha recogido el testigo para, bajo la excusa de la conservación de los bosques, exigir en reiteradas ocasiones su desalojo. Ahora, con las consecuencias del cambio climático azotando al país, este terreno verde y rico en biodiversidad ha cogido cada vez un valor mayor, con intereses económicos por el negocio de la madera acechando.

Los Ogiekes de Mau Forest

Uno de los líderes que más ha trabajado por la comunidad es Martin Lele Kiptiony. Ogiek, natural de Mariashoni y actual presidente de MACODEV (Mariashoni Community Development), una organización que coordina el desarrollo sostenible de los negocios de la miel y la agricultura en la zona. Charlamos con Martin Lele en el marco del proyecto Climate of Change tras un encuentro con los ancianos de la comunidad y una visita a los territorios protagonistas de esta historia.

¿Cuál es su papel como presidente de MACODEV? 

Dirijo el comité y me aseguro de que todas las actividades de MACODEV, que sirve como paraguas de nuestros grupos locales de apicultores, se lleven a cabo correctamente y que las actividades impulsadas por sus miembros sean buenas y transparentes. 

Como MACODEV, compramos miel a los apicultores de nuestra comunidad, la refinamos y obtenemos un producto refinado que después vendemos. Este es el punto central de recogida de la miel de nuestros apicultores. Y también es punto de partida del mercado local pero también en el exterior, tanto en nuestras ciudades cercanas como en el ámbito internacional.

¿Y cuántos apicultores hay en MACODEV?

Ahora mismo somos unos 395 apicultores en nuestra comunidad.

¿Cómo llegaste a la lucha por la comunidad?

Lo heredamos de nuestros antepasados. En nuestra historia, hemos sido cazadores y recolectores. Y ahora, principalmente, nos dedicamos a la apicultura, de la que dependemos. Y como alimentos básicos, hemos recogido frutos silvestres y carne de animales salvajes. Hasta ahora.

Martin Lele se dirige al grupo de Climate of Change.

¿Cuándo empezasteis a luchar contra el Gobierno de Kenia?

¡Oh! Hace tiempo, en 1937. Hemos estado mucho tiempo luchando, teniendo muchos problemas, pero el principal conflicto entre nuestra comunidad y el Gobierno empezó allá por 1987. Fue cuando el Gobierno quiso desalojarnos, a la comunidad Ogiek, para mandarnos a Kibera. Pero nos resistimos. Sí desalojaron a otra comunidad de Kikuyu que se fue.

Este otro conflicto para asegurarnos de que el Gobierno nos devolviera nuestra tierra ancestral empezó en 1996-1997. 

Con los colonizadores, intentaron hacer un plan de asentamientos para nuestro país. Querían dividir el territorio para dar menos de cinco hectáreas a los individuos, algo a los que nos resistimos y, por eso, les llevamos a los tribunales.

¿Y cuál es el interés del gobierno de Kenia en desalojarlos y quedarse estas tierras?

Quieren replantar este territorio con plantas exóticas para sus negocios con la soja y la madera.

Así que lo que está detrás de todo es el interés económico.

Su interés económico está en tomar los recursos del bosque sin devolver ni dar nada a nuestra comunidad.

Veo que en esta comunidad os juntáis los líderes mayores y otros más jóvenes. ¿Cómo os aseguráis de que las nuevas generaciones conocen la historia de esta tierra y de la lucha?

Todo nuestro conocimiento lo hereda nuestra juventud por las enseñanzas de los ancianos. Por eso, los chicos aprenden de los hombres mayores y las chicas, de las mujeres mayores. Cooperan en las diferentes actividades para asegurarse de que heredan los conocimientos culturales de nuestra comunidad.

¿Y cree que esta nueva generación será la última que luche por esta tierra?

Sí, esa es la fe que tengo. Hemos ganado ya en todos estos tribunales muchas batallas judiciales, y creo que eso puede ayudar en nuestro conflicto con el Gobierno. La próxima generación puede que también se enfrente al Gobierno, eso será otro desafío que aún no conocemos.

Reciben apoyos también desde fuera de Kenia. ¿Cómo están apoyando su lucha?

Sí, nos apoyan desde Minority Rights Group International, la Unión Europea y otros. Dan su apoyo para que nuestra voz sea escuchada por nuestro Gobierno.

Moha Gerehou en Mau Forest – Kenia

Biografía del autor

Moha Gerehou nació en Huesca en 1992, con orígenes en Gambia, de donde sus padres emigraron hace más de treinta años. En Madrid se formó como periodista y entró en eldiario.es, donde gestiona las redes sociales y crea contenido relacionado con el racismo y las migraciones. Militó durante varios años en SOS Racismo Madrid, donde llegó a ser presidente (2016-2018). Participó en el libro colectivo Lost in Media: Migrant Perspectives and the Public Sphere. Además, es orador en los campus de las universidades de Siracusa y de Stanford en Madrid y es autor del monólogo Cómo sería mi vida si fuera un negro de película, donde pone en evidencia los estereotipos raciales sobre la población negra que consumimos en películas, series, anuncios y fotografías, desmontándolos desde el humor, la ironía y la crítica.

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